El
sínodo extraordinario de la familia 2014 fue clausurado este domingo con una
misa dirigida por el papa Francisco. Mostró divisiones entre los obispos, pero
por primera vez, y como había deseado el pontífice, hubo total libertad y sobre
todo coincidieron en que la Iglesia tiene las puertas abiertas a todos sin
distinciones, bajo un espíritu de colegialidad y discernimiento. Algunos
sostuvieron que Francisco fue demasiado atrevido para abordar temas nuevos en
la Iglesia. Para otros, la realidad ha cambiado tanto que el Papa se ha quedado
corto. Igualmente hay otro grupo que piensa que Francisco sufrió un severa
derrota, pues en el informe final, Relatio synodi, todo fue aprobado, excepto
tres párrafos que no alcanzaron la mayoría de dos tercios, por tanto, no han
sido aprobados. Son los párrafos 52 sobre divorciados, 53 de la comunión
espiritual para divorciados y 55 sobre los homosexuales. El párrafo más
polémico, la capacidad de cambiar las normas sobre la admisión de divorciados
vueltos a casar a los sacramentos, no consiguió el voto de las dos terceras
partes, llegando a 104 en favor y 74 en contra. La misma suerte ha corrido el
párrafo acerca de los homosexuales, que marcó 118 placet y 62 non placet. Sin
embargo, ganó una mayoría simple, por lo que el Papa tuvo la iniciativa de
incluir en el documento estos tres párrafos, observando el resultado de la
votación tan cerrada. Cabe decir que los votos en contra no vinieron de los
obispos europeos ni norteamericanos, sino que las posturas tradicionalistas que
se opusieron a los párrafos polémicos fueron de obispos del hemisferio sur.
Resulta comprensible, pues sus contextos provienen de sociedades más
tradicionales sobre los valores de la sexualidad y de la familia. En ese
sentido, Marco Politi, el más agudo vaticanista, dijo: “El Papa logró que el
sínodo se abriera a debatir con argumentos sobre cuestiones hasta ahora tabú…
para nada ha sido una derrota”.
El
sínodo ha dejado una serie de enseñanzas y constataciones que debemos
recuperar.
1.
El sínodo ha sido un ejercicio que no tiene precedentes en la historia reciente
de la Iglesia. Es parte de una encuesta mundial, con datos duros; goza de un
clima de libertad, de sana confrontación, de discusión y hasta disenso. No hubo
amarres, esquemas preconcebidos ni manipulación. El sínodo de los obispos fue
transparente, renace después de 50 años; en cierta forma se recuperó el sentido
original que Paulo VI formuló cuando diseñó este modo de colegialidad que
coadyuvara con el magisterio universal.
2.
El Papa no se propone cambiar la doctrina en materia de familias ni sobre la
homosexualidad; quiere una nueva actitud de apertura y misericordia cristiana.
Desde un principio ha pedido abandonar la postura de condena y obsesión frente
a temas de la moral y la sexualidad. Ha solicitado no absolutizar la agenda
moral y retomar cuestiones más sociales como la opción por los pobres y por la
justicia social.
3.
El sínodo extraordinario sobre la familia fue una excelente oportunidad para
medir el humor, la temperatura y el alcance de los grupos conservadores de la
Iglesia y de la misma curia. Ellos abrieron fuego desde semanas antes de que el
acto diera comienzo. Ante un documento preliminar, a la mitad del sínodo, se
opusieron radicalmente a la excesiva apertura del texto, denunciando que no
representaba el sentir de los padres sinodales. Cuestionaron el eco de los
medios de comunicación, que magnificaron las aperturas y los posibles avances
de la Iglesia en materia de sexualidad. Sin embargo, en la votación final su
aparente fuerza palideció.
4.
La lucha entre los grupos conservadores de la Iglesia católica, que catalizó la
renuncia del papa Benedicto XVI, fue una disputa por el poder y la conducción
de la Iglesia que finalmente los debilitó, permitiendo la irrupción de Mario
Bergoglio como papa reformista. Ahora Francisco parece un factor que los
rearticula en un frente común.
5.
Estos sectores conservadores se han realineado frente a las posturas del actual
Papa, porque es una amenaza a sus privilegios y poses de príncipes. Francisco
los cuestiona para que salgan a las periferias, en especial atender a los
pobres. En suma, el popular Papa argentino ha incomodado el estatus y confort
de los grandes prelados acomodados al poder.
6.
Los conservadores empezaron a ponerse incómodos con los señalamientos críticos
del Papa. Conforme pasó el tiempo la incomodidad se ha transformado en fastidio
e iniciaron críticas internas al estilo populista del Papa. Ahora, como señalaba
en mi colaboración anterior, se ha iniciado abiertamente una campaña contra
Francisco, a través de medios de comunicación, sitios web, redes sociales,
edición de libros y declaraciones periodísticas que reprueban la actitud
reformista del Papa.
7.
Con los resultados del sínodo Francisco se reafirma como factor de unidad de la
Iglesia, cuestionando a quienes se oponen a los cambios así como a quienes
querían ir más lejos. Durante la misa de clausura sinodal, mandó un mensaje
claro a los conservadores: “Dios no teme a las cosas nuevas; la Iglesia debe
responder con valentía a cualquier desafío que surja… No debe perder tiempo en
la búsqueda de sanar viejas heridas, sino reactivar la esperanza de muchas
personas que han perdido la fe”, afirmó frente a 70 mil personas reunidas el
domingo en la plaza de San Pedro.
Las
fracturas y divisiones ahí están visibles y latentes. El Papa lo sabe bien. El
Sínodo fue una excelente oportunidad para medir fuerzas. Habrá sin duda nuevas
batallas que se vislumbran con la reforma de la curia, el ajuste a las finanzas
y la culminación del sínodo ordinario sobre la familia 2015. Ahora quedó clara
que la mayoría sinodal manifestó su deseo de que se discutan los grandes
dilemas de la vida de pareja y la sexualidad, aun si para algunos asuntos no se
logró la mayoría calificada.