domingo, 13 de diciembre de 2015

Termina el Sínodo de los Obispos: grandes expectativas, pequeños cambios; Oct 28 2015

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Observatorio Eclesial 

Este sábado concluyó en Roma la XIV Asamblea General del Sínodo de los Obispos, tras tres semanas de intensos y difíciles trabajos en lo que pudiéramos llamar el acontecimiento más importante de la Iglesia católica en los últimos 50 años, después del Concilio Vaticano II que justo este año (8 de diciembre) cumple medio siglo de haberse concluido.
Esta peculiar importancia no radica tanto en la forma como en el fondo: aunque fue importante el carácter participativo con que se llevó a cabo, con encuestas y reuniones previas cuyo objetivo era tomar en cuenta a toda la comunidad eclesial y todas las comunidades eclesiales, sobresale la recuperación del espíritu de sinodalidad en la iglesia, que no significa otra cosa que hacer valer la voz de los obispos en igualdad de condición con la voz del papa, quien dejará muy claro en algunas de sus intervenciones durante el Sínodo que él está ahí como obispo de Roma y no de todas las diócesis del mundo, abriendo la posibilidad a un diálogo eclesial eficaz que no había ocurrido, decíamos, desde el Concilio Vaticano II.
Pero, hay que reconocerlo también, los resultados de esta asamblea sinodal han sido demasiado pocos y menores en relación a las grandes expectativas que se generaron en torno a él y respecto de un cambio significativo de la doctrina y praxis eclesiales en torno a puntos sensibles del tema de la familia: la comunión a divorciados vueltos a casar, el reconocimiento de la diversidad de familias en la sociedad y la iglesia, y las raíces socio-económicas (y no sólo morales) de la actual crisis de la otrora llamada célula fundamental de la sociedad.
En su discurso al final de los trabajos sinodales el papa Francisco ha dicho que los trabajos no han concluido, y también reconocido que tampoco se han encontrado soluciones exhaustivas a todas las dificultades y dudas que desafían y amenazan a la familia. Falta esperar su exhortación apostólica para medir el alcance real de este acontecimiento, pero es muy probable que los frutos más eficaces se den en las iglesias locales, donde desde hace décadas viene ocurriendo lo que hasta ahora el sínodo ha dejado sólo como una posibilidad: una pastoral de lo familiar que tome en cuenta (sin satanizar) los grandes cambios socio-culturales que en el mundo se estan dando y que afectan a la familia, y actúe en consecuencia no desde una moral casuística, sino contextual y amorosa.
Por lo demás, más allá de posibles o imposibles aplicaciones o avances eclesiales, la realización de la asamblea de los obispos es reveladora por sí misma, ya que arroja un meridiano diagnóstico del estado de saludo de la institución católica desde lo que se ha convertido últimamente su más alto mecanismo de toma de decisiones: el sínodo. Más allá de un papa progresista, abierto al cambio, está una iglesia que se debate entre el pasado y el presente, entre la doctrina y la realidad, entre el anquilosamiento y el ansia de renovación, entre la testarudez y el diálogo.
Podemos, pues, vaticinar que poco cambiará en el discurso oficial católico sobre la familia y la sexualidad después de este Sínodo, con la misma certeza que podemos decir que algo definitivamente profundo está cambiando en las familias católicas, y que no puede ser ignorado por una institución religiosa que asienta sus bases sobre ellas. La Relatio Finalis emitida al final de estas tres semanas (4 al 25 de octubre) de trabajo deja entrever al menos la conciencia que tienen los obispos de que dichos cambios están aconteciendo, aunque no se atrevan a asumirlos y enfrentarlos, más por miedo que por una auténtica certeza o fidelidad cristiana.
@ Observatorio Eclesial
Discurso completo del papa al término de los trabajos del Sínodo de los Obispos sobre la Familia
Relatio Finalis (Documento final) del Sínodo de los Obispos al papa Francisco [en italiano]