ESTAD SIEMPRE DESPIERTOS
Los discursos apocalípticos recogidos
en los evangelios reflejan los miedos y la incertidumbre de aquellas primeras
comunidades cristianas, frágiles y vulnerables, que vivían en medio del vasto
Imperio romano, entre conflictos y persecuciones, con un futuro incierto, sin
saber cuándo llegaría Jesús, su amado Señor.
También las exhortaciones de esos
discursos representan, en buena parte, las exhortaciones que se hacían unos a
otros aquellos cristianos recordando el mensaje de Jesús. Esa llamada a vivir
despiertos cuidando la oración y la confianza son un rasgo original y
característico de su Evangelio y de su oración.
Por eso, las palabras que escuchamos
hoy, después de muchos siglos, no están dirigidas a otros destinatarios. Son
llamadas que hemos de escuchar los que vivimos ahora en la Iglesia de Jesús en
medio de las dificultades e incertidumbres de estos tiempos.
La Iglesia actual marcha a veces como
una anciana "encorvada" por el peso de los siglos, las luchas y
trabajos del pasado. "Con la cabeza baja", consciente de sus errores
y pecados, sin poder mostrar con orgullo la gloria y el poder de otros tiempos.
Es el momento de escuchar la llamada
que Jesús nos hace a todos.
«Levantaos», animaos unos a otros. «Alzad la cabeza» con
confianza. No miréis al futuro solo desde vuestros cálculos y previsiones. «
Se acerca vuestra liberación». Un día ya no viviréis encorvados, oprimidos
ni tentados por el desaliento. Jesucristo es vuestro Liberador.
Pero hay maneras de vivir que impiden a
muchos caminar con la cabeza levantada confiando en esa liberación
definitiva. Por eso, «tened cuidado de que no se os embote la mente».
No os acostumbréis a vivir con un corazón insensible y endurecido, buscando
llenar vuestra vida de bienestar y placer, de espaldas al Padre del Cielo y a
sus hijos que sufren en la tierra. Ese estilo de vida os hará cada vez
menos humanos.
«Estad siempre despiertos». Despertad la fe en vuestras comunidades. Estad más atentos a mi
Evangelio. Cuidad mejor mi presencia en medio de vosotros. No seáis comunidades
dormidas. Vivid «pidiendo fuerza». ¿Cómo seguiremos los pasos de
Jesús si el Padre no nos sostiene? ¿Cómo podremos «mantenernos en pie
ante el Hijo del Hombre»?
José Antonio Pagola