domingo, 9 de septiembre de 2018

En el cumpleaños 90, de Dom Pedro Casaldáliga, Profeta, Obispo de los pobres.


"Decidle a Don Pedro que lo llevo en el corazón", Papa Francisco.                            

Lo que nadie puede negar es que Casaldáliga es un profeta. El último profeta vivo. De la talla de Helder Cámara o de monseñor Romero, me atrevería a decir. De hecho, fue el primero en profetizar y en canonizar a 'San Romero de América' y elevarlo a los altares del pueblo latinoamericano, cuando las autoridades vaticanas recelaban de él y le hacían pasar lo que el Papa llamó su "doble martirio".
Santo, profeta y obispo de los pobres. De esos obispos con olor a oveja como los llama el Papa. Y, además, lo fue siempre. Y en tiempos en que esa forma de ser pastor no se llevaba. Incluso estaba muy mal vista. Tan mal vista que, desde las alturas vaticanas, se le reprochaba, se le llamaba a capítulo, se le marginaba y se le dejaba por imposible...allá, en su selva. Fue un obispo del Vaticano II con todas las consecuencias. Al servicio de una Iglesia-pueblo (de verdad, no sólo retóricamente) y de los más pobres de los pobres: indios, negros, campesinos...

Un obispo sin mitra ni báculo. Bueno, sí: Su mitra, un sombrero sertanejo; su báculo, un remo, su anillo, de tucum. Su casa siempre abierta para cualquiera, su vida expuesta. Por la liberación de los suyos estuvo muchas veces físicamente en peligro vital real. Quizás no lo matasen, porque, como dice el salmo, los ángeles le protegieron, porque está tocado por el dedo del Dios que escucha y le duele el clamor de su pueblo oprimido.
Un obispo único, especial, de la estirpe de los grandes obispos latinaomericanos: Arns, Lorscheider, Cámara, Romero, Méndez Arceo, Samuel Ruiz, Pironio, Angelelli, Gerardi, Proaño...Buena cosecha de mitrados sin mitra. De los que nunca fueron funcionarios de lo sagrado, de los que se ganan el corazón de la gente, de los que se entregan de verdad como el grano de trigo. De los que permanecen.

Porque a Casaldáliga, a pesar de haber militado en la causa de los pobres toda su vida, la militancia no lo cansó, no lo derribó. Ahí sigue, fiel a sus causas, que, como siempre dice, "valen más que mi vida". Don Pedro siempre estuvo en el mismo surco (el del Vaticano II), siempre aró con los mismos bueyes (los de la teología de la liberación), siempre rezó con su mística encarnada.

Porque, además de santo, profeta y obispo de los pobres, Casaldáliga es un gran poeta. Un poeta místico. Un poeta que el mismísimo Leonardo Boff compara nada menos que con San Juan de la Cruz. Sus poemas nos despiertan, nos sacuden las entrañas, nos revuelven por dentro, nos elevan a Dios y nos lanzan a la acción. Poesía mística para la acción.  
                                                                                                  
Dom Pedro nos acompañó en el nacimiento de la CEB-CNP como tal en 1985. Él nos acompañó aún en las zonas más peligrosas en la guerra de los años 85-89. Siempre nos dio su mensaje sean Esperanzados y Esperanzadores. -     
                                                              
Aporte de la Mesa CEB de Profetismo y Compromiso Ciudadano.
Managua, Nicaragua.