domingo, 21 de agosto de 2016

Artículo Interesante sobre la Educación: UNESCO.

Replantear la educación: UNESCO, Verano 2015
Resumen
Replantear la educación: hacia un bien común mundial
Los cambios del mundo actual se caracterizan por niveles nuevos de complejidad y contradicción. Estos cambios generan tensiones para las que la educación tiene que preparar a  los individuos y las comunidades,  capacitándolos  para adaptarse y responder. Esta publicación contribuye a replantear la educación y el aprendizaje en este contexto. Parte de una de las tareas principales que tiene encomendada la UNESCO como observatorio mundial de las transformaciones sociales y tiene como objetivo fomentar los debates públicos sobre políticas.
Es una llamada al diálogo entre todos los interesados. Se inspira en una concepción humanista de la educación y el desarrollo, basada en el respeto a la vida y a la dignidad humana, la igualdad de derechos, la justicia social, la diversidad cultural, la solidaridad internacional y la responsabilidad compartida de un futuro sostenible. Éstos son los fundamentos de nuestra humanidad común. El presente libro ahonda en la visión que presentaban dos publicaciones memorables de la UNESCO: Aprender a ser: la educación del futuro (1972), el ' Informe Faure'; y La educación encierra un tesoro (1996), el ' Informe Delors'.

El desarrollo sostenible: una preocupación esencial

La aspiración al desarrollo sostenible exige que resolvamos problemas y tensiones comunes y que reconozcamos nuevos horizontes. El crecimiento económico y la creación de riqueza han reducido los índices mundiales de pobreza, pero en todo el mundo han aumentado la vulnerabilidad, la desigualdad, la exclusión y la violencia en el interior de las sociedades y entre éstas. Los modelos insostenibles de producción económica y consumo  contribuyen  al  calentamiento  planetario,  el   deterioro  del medio ambiente y  el  recrudecimiento de  las catástrofes  naturales. Además,  aunque los marcos  de derechos humanos internacionales se han fortalecido en los últimos decenios, la aplicación y la protección de esas normas sigue planteando grandes dificultades.  Por ejemplo, pese al progresivo empoderamiento  de las mujeres gracias a un mayor acceso a la educación, siguen teniendo que hacer frente a la discriminación en  la vida  pública  y  en  el trabajo. La violencia  contra  las  mujeres  y  los  niños,  en  particular las niñas, sigue socavando esos derechos. Una vez más, al mismo tiempo que el desarrollo tecnológico contribuye a una mayor interconexión y abre nuevas vías para el intercambio, la cooperación y la solidaridad, asistimos a un incremento de la intolerancia cultural y religiosa, la movilización política y el conflicto motivados por la identidad.
La educación tiene que encontrar los medios de responder a estos desafíos, tomando en consideración las numerosas cosmovisiones y los sistemas de conocimiento alternativos, así como nuevas fronteras de la ciencia y la tecnología, por ejemplo, los avances de las neurociencias y las novedades de la tecnología digital. Nunca ha sido más urgente replantear la finalidad de la educación y la organización del aprendizaje.

Reafirmar una visión humanista de la educación

La educación no puede resolver por sola todos los problemas del desarrollo, pero una visión  humanista y holística de la educación puede y debe contribuir a lograr un nuevo modelo de desarrollo. En ese modelo, el crecimiento económico ha de estar regido por el respeto al medio ambiente y la preocupación por la paz, la inclusión y la justicia social. Los principios éticos y morales de una visión humanista del desarrollo se oponen a la violencia, la intolerancia, la discriminación y la exclusión. Por lo que respecta a la educación y la instrucción, suponen dejar atrás el utilitarismo y el economicismo de cortas miras para integrar las dimensiones múltiples de la existencia humana. Esta visión hace hincapié en la inclusión de personas que frecuentemente son discriminadas: mujeres y niñas,  poblaciones  autóctonas,  personas  con  discapacidades,   migrantes, las personas mayores y las poblaciones de países afectados  por un conflicto.  Exige un planteamiento abierto y flexible del aprendizaje, que debe extenderse tanto  a  lo largo como a lo ancho de la vida: un planteamiento que brinde a todos la oportunidad de realizar su potencial con miras a un futuro sostenible y una existencia digna. Esta visión humanista tiene consecuencias a la hora de definir el contenido de la enseñanza y las pedagogías, así como la función que corresponde a maestros y otros educadores. Su importancia es aún mayor a causa del rápido desarrollo de las nuevas tecnologías, en particular las digitales.

La formulación de políticas a nivel local y mundial en un mundo complejo
Los niveles cada vez más altos de complejidad social y económica presentan diversos desafíos para la formulación de políticas en el mundo globalizado de hoy. La intensificación de la mundialización de la economía produce modelos de crecimiento del subempleo, del desempleo juvenil y del empleo precario. Aunque las tendencias apuntan a una desconexión creciente entre la educación y el mundo laboral, sometido a rápidos cambios, también representan una oportunidad de reconsiderar el nexo entre la educación y el desarrollo de la sociedad. Además, el aumento de la movilidad de estudiantes  y trabajadores a través de las fronteras nacionales y los nuevos modelos de conocimiento y de transferencia de aptitudes requieren formas nuevas de identidades y fomentar la conciencia y el sentido de responsabilidad de los demás en un mundo cada vez más interconectado y más interdependiente.
La ampliación del acceso a la educación en el mundo entero en los últimos decenios supone una carga mayor para la financiación pública. Además, ha aumentado en estos últimos años la demanda de expresión en los asuntos públicos y de participación de los agentes no estatales en la educación, tanto en el plano nacional como mundial. Esta diversificación de alianzas está borrando las fronteras entre lo público y lo privado, lo que plantea problemas para una gobernanza democrática de la educación. En suma, es cada vez más necesario reconciliar las aportaciones y las demandas de los tres reguladores del comportamiento  social: la sociedad, el estado y el mercado.

Recontextualizar la educación y el conocimiento como bienes mundiales comunes.
A la vista de esta realidad que cambia muy deprisa, tenemos que replantear los principios normativos que orientan la gobernanza de la educación: en particular, el derecho a la educación y la noción de la educación como bien público. Solemos referirnos a la educación como un derecho humano y como un bien público en el discurso de la educación internacional. Ahora bien, aunque estos principios son relativamente  aceptados  en  el nivel de  la  educación  básica,  no  hay  unanimidad  en cuanto a su aplicabilidad a la educación y la capacitación post-básicas. El derecho a la educación y el principio de bien público, ¿se aplican también a la educación no formal y a la educación  informal, menos o no institucionalizadas? Así pues,  la  preocupación  por el conocimiento, entendido como la información, el entendimiento, las habilidades, los valores y las actitudes que se adquieren por medio del aprendizaje, es esencial en todo debate  sobre  la finalidad de  la educación.
Los autores proponen que sean considerados bienes comunes tanto  el  conocimiento como la   educación.  Ello  supone  que  la  creación  de  conocimiento,  así  como  su adquisición, validación y  utilización,  sean  comunes  a  todas  las  personas  como  parte de una empresa social colectiva. La noción de bien común nos permite superar la influencia de la teoría socioeconómica individualista inherente a  la  noción  de  'bien público'; pues se  centra  en  un  proceso  participativo  a  la  hora  de  definir  lo  que  es un bien común que tome en consideración la diversidad de contextos, conceptos de bienestar y ecosistemas de  conocimiento.  El  conocimiento  es  un  elemento  intrínseco del patrimonio común de la humanidad. Así pues, habida cuenta de la necesidad de un desarrollo sostenible en un mundo cada vez más interdependiente, la educación y el conocimiento deberían considerarse  bienes  comunes  mundiales.  Inspirado  en  el valor de solidaridad que tiene su fundamento en nuestra humanidad común, el principio del conocimiento y la educación como bienes comunes mundiales tiene consecuencias relacionadas con las funciones  y  las  responsabilidades  de  los  distintos  interesados. Esta   afirmación   se   aplica   asimismo    las   organizaciones   internacionales   como   la UNESCO, que tiene un observatorio mundial y una función normativa que la califican para fomentar y orientar un debate mundial sobre las políticas públicas.

Consideraciones  para el futuro

En el intento de reconciliar la finalidad de la educación y la organización de la enseñanza como  empresa  social  colectiva,  las  siguientes  preguntas  pueden  ser  los   primeros pasos hacia el debate: los cuatro pilares de la educación, esto es, aprender a conocer, hacer, ser  y  vivir  juntos  no  han  perdido  su  pertinencia,  pero  se  ven  amenazados  por la mundialización y el recrudecimiento de la política de  identidad  nacional.  ¿Qué  se puede  hacer  para  fortalecerlos  y  revivificarlos?  ¿Cómo  puede  responder  la  educación a  los  desafíos  que  representa  lograr  la  sostenibilidad  económica,  social  y  ambiental?
¿Cómo se puede armonizar una multiplicidad de cosmovisiones por  medio  de  una visión humanista de la educación? ¿Cómo puede llevarse a la práctica esa visión humanista mediante las políticas y prácticas de la educación? ¿Qué consecuencias tiene la mundialización para las políticas nacionales y la adopción de decisiones en la educación? ¿Cómo debería financiarse la educación? ¿Cuáles son las consecuencias específicas para la formación,  la  capacitación,  la  evolución  y  el  mantenimiento  de los docentes? ¿Qué consecuencias tiene para la educación la distinción entre los conceptos de bien privado, bien público y bien común?

Es preciso reunir a los distintos interesados con sus múltiples puntos de vista para que compartan los  resultados de sus investigaciones y articulen  unos principios  normativos como orientación de las políticas. La UNESCO, en su calidad de centro de reflexión intelectual, puede proporcionar la tribuna para ese debate y ese diálogo, que mejorará nuestro  entendimiento  de  nuevos  planteamientos  de  la  política y  la  administración  de la educación,  con  el objetivo  de  sostener  a  la  humanidad y  su  bienestar  común.