Muchas escenas de esa extraordinaria película de Iñarritu me
impresionaron. Veo la película no sólo en su lógica interna, su sofisticada
estética de medios tonos y un sonido majestuoso y delirante. La veo también
como una parábola del momento que vive el mundo actual movido más por arrebatos
y tics autoritarios, sin más ley aparentemente que la propia ni mejor visión
que la búsqueda incesante de venganza que está en la mano de Dios. Si una
escena y una frase resume El renacidocomo parábola contemporánea es
la escena del indio colgado por una partida de cazadores francófonos con un
rótulo que dice: Todos somos salvajes.
Francisco llega al país en medio de tres crisis de gobernabilidad que le
pegan tanto a su magisterio como a su papel como líder mundial.
En primer lugar están las crisis de gobernabilidad mundial. Por un lado
es claro que el nuevo secretario general de Naciones Unidas tendrá que
realmente hacer una reforma profunda y una severa reducción y focalización de
sus objetivos. Los organismos de Bretton Woods son lo más disfuncional que
existe en la gobernanza mundial. Y mientras tanto, se apilan los nuevos retos
cuyo hilo conductor es la búsqueda de un nuevo sentido compartido sobre el
mundo que habitamos, donde los millones de refugiados y desplazados son
testimonio vivo de la erosión de reglas de convivencia.
Hay otra profunda crisis que podríamos denominar de las creencias
religiosas pero en realidad es sobre la laicidad del Estado o, dicho de otra
manera, de la frontera entre las creencias personales, espirituales y/o
religiosas y el poder público. La distorsión que nos acompaña por siglos sobre
el uso pernicioso de la religión como instrumento de poder público, nos
interpela a un permanente debate acerca de lo que es del César y lo que es
de Dios. Pero también resentimos el uso de la religión como instrumento del
terrorismo internacional. Las comunidades religiosas –y no sólo las islámicas–
requieren condenar el uso terrorista de la fe. Pero también discernir con los
pueblos creyentes los profundos malestares que conducen sobre todo a jóvenes
por esos terribles caminos.
Además está la crisis de la gobernabilidad interna de la Iglesia
católica con dilemas existenciales que se expresan en las condenas constantes
de Francisco a la pedofilia, a la vida disipada de altos jerarcas y a la
pérdida frecuente del sentido mismo de la misión evangélica. Las drogas, el
aborto, los matrimonios igualitarios, el desempleo juvenil y la vida misma
convertida en mercancía, son temas de una agenda propositiva frente a la
dramática coyuntura mundial.
Finalmente están las crisis de gobernabilidad de las sociedades, la
creciente erosión de aquello que cohesionaba y daba sentido a una sociedad
nacional como consecuencia de la desigualdad, la corrupción y la impunidad.
México es con la terrible cauda de desaparecidos, muertes, desplazados y
desempleados, paradigmático. Hay millones de afectados, pero los 43
desaparecidos de Iguala expresan de manera concreta la crisis de derechos
humanos en México.
Posdata: Conforme me acerco a las siete décadas de vida cada vez es más
frecuente y más doloroso dar cuenta a mis lectores de la muerte de un ser
querido y gran amigo. Lo hice respecto a las muertes de Arturo Warman o Carlos
Monsiváis, a quienes tanto respeté y con quienes compartí extraordinarias
conversaciones. Hoy lo hago con gran pesar respecto a Adolfo Sánchez Rebolledo.
No tengo palabras para trasmitir mi dolor. Podría recordar, como lo han hecho
tantos queridos amigos, momentos inolvidables por iluminadores en convivencia
con él. Nada llena el hueco que me deja. Cada vez estas muertes me consumen
poco a poco. A Carmen mi solidaridad y para el amigo que nos deja, pero nunca
en los pensamientos, y para los que aún quedamos, una frase que me conmovió
de El renacido: Mientras arranques un respiro, sigues peleando.
Respira, sigue respirando.