¿Por qué
tanto brinco si el suelo está parejo? Nadie, que yo sepa, ha propuesto que las
distintas iglesias existentes en México casen a personas del mismo sexo. La
posibilidad de que contraigan matrimonio está en manos de las autoridades
civiles dependientes de gobiernos que, constitucionalmente, son laicos. En
México, debe recordarse, no hay religión de Estado; éste es laico y todas las
religiones pueden coexistir sin que intervenga, salvo para regular algunas de
sus actividades, muy pocas.
Si las
iglesias no quieren el matrimonio entre personas del mismo sexo, lo único que
tienen que hacer es negarse a realizarlo en sus templos. Están en su derecho,
pero no pueden obligar a un juez civil a que no lo haga si la ley dice que
puede hacerlo. Lo mismo sobre el aborto: nadie está obligado a practicarlo en
contra de sus convicciones, pero si tanto la mujer embarazada como un médico
están de acuerdo, y la ley lo permite, ¿cuál es el problema? ¿O acaso los
representantes de creencias religiosas piensan que tanto las mujeres como los
médicos que aceptan el aborto deben someterse a dichas creencias? No todo mundo
es creyente ni necesariamente se inscribe como practicante de una religión, y
aun entre muchas mujeres con una determinada religión (como el grupo Católicas
por el Derecho a Decidir) las hay que anteponen su conveniencia y su libertad
de interrumpir el embarazo a sus creencias religiosas o a lo que les dice un sacerdote.
Cada quien
tiene derecho a creer lo que le da la gana o no, pero es signo de civilización
respetar a quienes no piensan igual que uno. Con la fe y el dogma no se
discute, se aceptan o no, y en esto consiste el libre albedrío. Yo no trato de
convencer a nadie de que Dios no existe, pero tengo derecho a decirlo. Los que
se aferran a la idea de Dios, como creador y otros atributos, también están en
su derecho, pero que no traten de convencerme porque me niego a escucharlos.
Este también es otro de mis derechos, como cambiar de canal en la televisión si
no me gusta lo que estoy viendo. Malo que sólo hubiera un canal de televisión,
como igual de malo, o peor, sería que el Estado y los gobernantes me impusieran
una creencia y el pensamiento único de cualquiera que fuera su especie.
Qué bueno que
los que están por la familia que ellos llaman natural se manifiesten en las
calles, es mejor que provocar otra guerra cristera como en el pasado, que fue
muy sangrienta. Están ejerciendo un derecho, pero por lo menos en un ejemplo,
el estado de Morelos, el obispo y los religiosos católicos y de otras iglesias
que consideren que el matrimonio sólo es válido y legal entre un hombre y una
mujer, estarían oponiéndose a la Constitución Política de la entidad, que en su
artículo 120 señala: el matrimonio es la unión voluntaria de dos personas, con
igualdad de derechos y obligaciones, con el propósito de desarrollar una
comunidad de vida y ayudarse mutuamente. La celebración, registro y
certificación de los hechos y actos constitutivos, modificativos o extintivos
del estado civil de las personas son de exclusiva competencia del Registro
Civil en los términos que establezcan las leyes de la materia, y tendrán la
fuerza y validez que las mismas les atribuyan. Antes de la reforma de este
artículo se decía que el matrimonio era la unión voluntaria de un hombre y una
mujer, con igualdad de derechos y obligaciones, con la posibilidad de
procreación de hijos y de ayudarse mutuamente. Es así que en Morelos algunos
ministros de culto religioso se oponen a su Constitución Política, lo cual
merece sanción por parte del gobierno, tanto estatal como federal, en relación
con las asociaciones religiosas y sus límites de acción en política
(consignados en la ley respectiva). El matrimonio religioso, dicho sea de paso,
no tiene validez jurídica alguna en México.
Que no digan
los ministros de diversas iglesias (sobre todo de la católica) que ellos no
tuvieron nada que ver con las marchas organizadas por el Frente Nacional por la
Familia (10 de septiembre), porque desde las parroquias e incluso en la
Conferencia del Episcopado Mexicano, máxima autoridad de la congregación
católica en el país, se afirmó que se respaldaban las protestas y en varias
entidades hubo sacerdotes católicos entre los manifestantes, e incluso obispos.
Los ministros
religiosos de Morelos, para seguir con el ejemplo citado, violaron la
Constitución al oponerse activamente a una ley vigente, pero en otras entidades
están presionando para que la iniciativa en favor de los matrimonios
igualitarios no sea aprobada. Si de ellos dependiera, los homosexuales (hombres
y mujeres) no deberían tener los mismos derechos que los heterosexuales para
una vida en común. Pensaron que iban a ser muchos los defensores de las
familias llamadas tradicionales (¿tradicionales desde cuándo y a partir de la
imposición de qué religión?), pero aun con las cuentas más alegres del frente
convocante (que exageró sus cifras) no lograron llegar siquiera a uno por
ciento de la población del país ni involucrar a todas las entidades federativas
(con trabajos a la mitad).
Está en manos
del Poder Legislativo que México dé un paso adelante en el tema de derechos
humanos relacionados con la discriminación y la intolerancia que no deberían
existir, o que nos quedemos estancados en el pasado y en peligro de perder una
de las grandes conquistas de los estados modernos: su laicidad.
rodriguezaraujo.unam.mx